Aquella noche me sentí Naturaleza,
mis manos desprendían olor a sangre salvaje,
mi aliento envolvía mi figura,
mi alma se tornó onfálica.
¡Convocadme a la próxima catarsis!
Escuchad el aliento del dissostos, el señor de la hiedra mágica, el príncipe de los lírios... principio materno.
Mi metáfora es el vino, las lágrimas de Dionisos, potencia civilizadora que calma la vergüenza y la culpa trágica.
Soy el señor del Parnaso, donde los sueños encarnan locura ritual. Déjaos vencer por mi catarsis mágico-musical.
Escúchalas, saboréalas, siéntelas, debóralas. Son las fiestas trietéricas. Es la muerte y la vida. Soy la muerte y la vida.
Soy el dios del pueblo. Reconcíliate con los hombres, con la Naturaleza, con lo más horrible que poseas. Las Ménades ya no tienen género.
Omofagia y sparagmos, irrupciones violentas y epidémicas, contagiosas danzas convulsivas.
¡Dadme culto! porque yo hago del hombre una obra de arte. Yo sublimo vuestros sueños.